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miércoles, 28 de noviembre de 2012

El baño de la americana, misterio de Bellamar

 
Cortesía de Yenli Lemus Domínguez

Niños observan el Baño de la Americana.
Justo antes de concluir el habitual recorrido que realizan los excursionistas al interior de la conocida Cueva de Bellamar, ubicada a unos 125 kilómetros al este de La Habana, visitantes cubanos y extranjeros quedan cautivados por la leyenda de El baño de la americana. 

 Cuenta la historia no ajena a la subjetividad oral, que atraída por la belleza de la espelunca, a inicios del siglo pasado una atractiva periodista norteamericana se distanció del grupo explorador, y a pesar de la exhaustiva búsqueda de los guías más especializados, nunca apareció. 
  
 Vista por última vez refrescándose en la entonces llamada Fuente milagrosa, espacio de la caverna cubierto por agua que da paso a otras intrincadas galerías, el lugar comenzó a identificarse con el sobrenombre de La fuente misteriosa, al cual se impuso mediante el relato: El baño de la americana.
 
Más cerca...
Foto tomada de http://www.blogger.com 

 


    
Lo cierto es que aunque el escritor Leovigildo Rodríguez Hernández en el libro Baiguana y el pez embrujado, título publicado en 2002 bajo el sello de Ediciones Vigía, recrea la historia de un verosímil modo, la impronta del tiempo pone en duda la certeza de la misma.
  
 Algunos investigadores afirman que la leyenda se conoce mucho antes del siglo XX, y en época colonial el origen de la protagonista no se encontraba en el llamado nuevo continente si no en Europa, apreciación que infunda un origen comercial a la historia en pos de enriquecer los  misterios del lugar.
    
Verdadera o no, el centro turístico más antiguo de Cuba es todavía un popular destino en la provincia de Matanzas para quienes de la mano de experimentados guías, pretenden descubrir las bellezas subterráneas de la Isla caribeña, tal vez en búsqueda de fantasmas, pero sin temor a extravíos inesperados. 

martes, 20 de noviembre de 2012

Te borraré con una esponja de vinagre...

Carilda Oliver Labra


Te borraré con una esponja de vinagre,
con un poco de asco.
Te borraré con una lágrima importante
o con un gesto de descaro.

Te borraré leyendo metafísica,
con un telefonazo o los saludos
que doy a la ceniza;
con una tos o un cárdeno minuto.

Te borraré con el vino de los locos,
sacándome estos ojos;
con un varón metido aquí en mi tumba.

Te borraré con juegos inocentes,
con la vida o la muerte;
¡aunque me vuelva monja o me haga puta!

domingo, 11 de noviembre de 2012

Créeme cuando te digo Vicente

Vicente Feliú durante una interpretación.

Cortesía de Bárbara Vasallo.
Foto Oriol de la Cruz.

  Personalmente le conocí hace ya casi un lustro, aunque crecí escuchándole junto a
Silvio, Noel, Sara, Pablo y los de siempre, de esta trova nuestra que no se pone vieja.
  Vicente Feliú Miranda se levantó esta mañana de noviembre cumpliendo 65 años, buena edad –diría Benedetti- en plena capacidad creativa y con la experiencia de lo que es la canción de autor reconocida en muchas latitudes.
  Exigente, noble, responsable y ser humano, son cualidades que exhibe el trovador, junto al compromiso con las causas justas, como buen Guevariano.
  Portador de unos ojos clarísimos, de mirada limpia y firme, este Vicente de hoy es el mismo que junto a Silvio y los demás aglutinaron a quienes apostaron por decir en canciones verdades de una Cuba diferente en plena guerra fría.
  Feliú autor de temas que trascienden épocas, desinhibido y “cascarrabias” conduce Canto de Todos, proyecto integrador que piensa por y para los jóvenes creadores, como garantía de la continuidad de la que llaman canción inteligente.
  Conociendo su modestia, se enterará de estas líneas cuando circulen por la red de redes. Entonces, desde el ciberespacio llegue a Vicente el abrazo fuerte y cumpleañero.
  Tengo el privilegio de ser su amiga. Me sumo a los muchos que hoy agradecen su existencia.
  Cuando vea este post, seguramente “soltará” una de las suyas. No importa viejo, te queremos, al final 65 años no se cumplen todos los días...

jueves, 1 de noviembre de 2012

El Abra del YumurÍ (Leyenda de mi ciudad)


Abra del Río Yumurí
Los personajes de esta leyenda Matancera son: la hija de un cacique de la región occidental y el hijo del cacique del Gran Camaguey. Cuentan que cuando nació la india Coalina, se hicieron grandes fiestas para celebrarlo y cuando más entusiasmados estaban llegó un anciano behíque, desconocido para todos y profetizó que cuando la niña creciera se convertiría en una bella india y al enamorarse ocurriría una catástrofe.
Para que no se cumpliera la profecía del behíque, cuando la bella Coalina creció, la llevaron a lo alto de una montaña en un bohío rodeado por viejas indias armadas con arcos y flechas para impedir el acercamiento de hombre alguno, evitando así ,que la joven india corriera el riesgo de enamorarse.
La noticia del cautiverio de la bella india Coalina llegó al cacicazgo siboney del lejano Camagüey y despertó la curiosidad y el deseo de Nerey, heredero del mencionado cacicazgo, que decidió recorrer la distancia que lo separaba de la cautiva para conocerla.
Después de mucho andar montañas, llanuras y ríos, llegó el joven y apuesto indio hasta el bohío que ocultaba a la princesa india y la vio toda adornada con flores, tan parecida a una virgen que inmediatamente se enamoró de ella. Tan bello fue el lenguaje de amor que el indio utilizó para hablarle a la joven, que la inocente india también se enamoró.
Pero a cada palabra de amor que se decían los enamorados, la montaña temblaba cada vez más fuerte. Las indias guardianas, atemorizadas corrieron montaña abajo gritando ¡Coalina se ha enamorado!
La montaña tembló más fuertemente y Coalina asustada se refugió en los brazos del bravo Nerey. En ese momento la montaña se abrió en dos, arrastrando a los jóvenes y por el boquete se precipitó el río llevándose a los enamorados.
Cuenta la leyenda, que en las noches de pleniluvio cuando el viento pasa por el abra se oye murmurar "Coalina y Nerey".

Tomado de:  http://www.atenas.cult.cu