Cuenta la leyenda que en el Teatro Sauto, considerado Monumento Nacional, vuelven al escenario las figuras del arte que le dieron gloria. La instalación es una joya arquitectónica, concebida como la caja armónica de un instrumento musical. Su acústica se considera perfecta, y ha permitido al público matancero disfrutar de las actuaciones de Sara Berhnard, Hipólito Lázaro, Alicia Alonso, Ernesto Lecuona y tantos otros de reconocida trayectoria internacional.
Teatro Sauto |
Se afirma que la propia Anna Pavlova danza
aún entre los cortinajes y se desplaza entre las sombras de las escaleras. Bola de Nieve vuelve
al piano a desgranar sus melodías, y se escucha la campanilla que tocaba su
propietario, Sauto, cuando quería volver al orden a los espectadores.
La fila seis, y específicamente la primera silla, resulta el lugar de mejor
acústica, sin que se haya explicado los factores físicos que determinan esta
singularidad.
!Por dentro! |
Cuentan que allí se sienta un chino de
nombre desconocido, uno de los tantos asiáticos que de las canteras extrajeron
los cantos con que se edificó el teatro, y luego pasea por
entre las lunetas para disfrutar del fruto de su esfuerzo.
Los engranajes bajo el piso y el crujir
de la madera propician el vuelo de la imaginación, a la que se suma la
incógnita del porqué en el olimpo reflejado en su techo, donde descansan ocho
musas, está ausente Polimnia, diosa de la elocuencia.
El teatro, orgullo de Cuba, constituye
una reliquia y asume la contemporaneidad sin desdeñar sus tradiciones.
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